Vida y Obra de Mario Briceño Iragorry

4 feb. 2007

Descripción de sus Obras

Mario Briceño Iragorry afirma: “Inicié mis lecturas con profundo desorden, sin cuidarme de la preceptiva literaria, ni aun de las leyes del buen sentido, di en atiborrar mi cabeza de la más extraña literatura: Víctor Hugo, Schopenhauer, Voltaire, Diderot, Volney, Jovellanos, Humboldt, Queiroz y Vargas Vila. Hacían una mezcolanza extraordinaria en mi indisciplinada mente. A poco divulgaba en mi ciudad nativa las ideas atomizadoras de Federico Nietzsche, al mismo tiempo que rendía parias al pseudo misticismo de Amado Nervo”.

En “Horas”, “Motivos” y “Ventanas en la Noche”. Encontraremos cuáles eran las lecturas que animaban al joven intelectual, la visión que en el momento tenía del Hombre, la Historia y del Mundo, y finalmente la particularidad de su pensamiento religioso, punto que nos separará de lo que hasta ahora se ha venido pregonando acerca de su catolicismo. En estos libros, como en todos sus trabajos anteriores tendremos a un joven Mario Briceño Iragorry “abrazado a la emoción y la pasión en medio de una época que adopta al Modernismo como campo literario y al liberalismo romántico como concepción del pensamiento”.

En las páginas de “Horas” (1921) se dejan ver una serie de planteamientos que podrían ser identificados con un posible ideal cristiano en proceso de maduración, pero que efectivamente no era así. Un ideal cristiano que se formaría desde ese misticismo al que recurre Briceño Iragorry para expresarse. Sin embargo, podríamos decir que este cristianismo que aparentemente se deja ver es un arma de doble filo con la cual pretende levantar su voz crítica ante un dogma que se hace insuficiente para resolver la crisis de la humanidad. No acepta, como modernista, la realidad que lo rodea, en tal sentido asume otra concepción de la vida como consecuencia de su adhesión a una corriente idealista: “Que busca la verdadera realidad detrás de las apariencias, y así, a la certeza empírica del positivismo, oponen los modernistas la creación de un mundo distinto, ideal, al cual se penetra por medio de la imaginación; de esa aventura del espíritu se desprende un misticismo en la aceptación originaria del vocablo: “lo que incluye misterio o razón oculta”.

Mario Briceño Iragorry intenta “Crear ese mundo ideal que parte del modernismo”, y apoya la idea de que “Dentro del pensamiento burgués, la idea de igualdad llevada a su extremo lógico implicaría gravísimas consecuencias...”

En “Motivos” (1922) expresa: “Me pasa a mí algo parecido, todos los días siento más pereza para escribir sobre algún tema que no lleve en sí una idea de elevación espiritual o cerque un motivo religioso”. Reúne así un conjunto de motivos y de pequeñas reflexiones, 23 en total, en torno a temas espirituales, morales, de derecho y de justicia, pero con una unidad temática de la cual carecía el anterior. Está plenamente dedicado a su amigo Julio Sardi. Los textos que lo componen son de mayor profundidad filosófica, su “misticismo” se vuelve ahora más complejo. Pero sería bueno hacer un alto acerca de sus reflexiones en torno al tema de la muerte, ya que puede brindarnos nuevas pistas para entender el discurso y el pensamiento de Briceño Iragorry para 1922, y en consecuencia para el resto de su vida.

Comienza a ver a la muerte como una transición que ayuda al proceso de la renovación y purificación del hombre. Para Mario Briceño Iragorry “Sólo a través de la muerte puede afirmarse la vida. Para poder el Bien Morir hay que Bien Vivir”.

“Ventanas en la Noche” (1925) Es el texto que recoge las reflexiones de un Mario Briceño Iragorry que ha dejado atrás los años de la adolescencia, y que transforma el preciosismo modernista que caracteriza sus primeros escritos por un discurso más intenso, apasionado y “chocante”. Asume definitivamente el compromiso del intelectual latinoamericano que va a construir ese nuevo mundo que pregona en Motivos, y lo va a hacer desde la agonía, desde el dolor, desde la angustia y desde la soledad.

En “Tapices de Historia Patria” (1933) Briceño Iragorry expone conceptos nuevos y “defiende los valores de la cultura hispánica”. Escribió la auténtica historia de Venezuela, sin las omisiones con las que solía escribirse hasta su generación. Así pues, restituyó a la historia de Venezuela los tres siglos coloniales en los que descansan los fundamentos de la vida venezolana. Se dedicó por entero al estudio metódico de nuestro pasado y dice “me complace haber ayudado a la formación de nuevos conceptos para el juicio de la Historia Nacional”. Tal recuperación constituye la esencia de su ideario.

“Casa León y su Tiempo” (1946), fue producto “de una lenta y cuidadosa investigación en el Archivo General de la Nación”. Se trata de la historia del Marqués de Casa León “Maquiavélico personaje que a la sombra de realistas y patriotas jugó a la doble carta de la simulación y el oportunismo”. Es un libro donde se presenta “el examen de los orígenes económicos de la oligarquía criolla”.

“El Regente Heredia o la Piedad Heroica” (1947), tiende a exaltar la figura del Regente Heredia gran defensor de “la justicia en tiempos de ignominia”. Es un personaje simbólico. Fue escrito un poco “para pintar las virtudes contrarias a los vicios del hábil político Casa León”.

“Mensaje sin Destino” es su “obra más aleccionadora”. Se erige en maestro de las nuevas generaciones y se presenta como un sociólogo de primer orden.

Mario Briceño Iragorry confiesa que es un hombre idealista cuando dice: “el mundo de las ideas más que el mundo de los hechos ha sido la temática preferida de mi labor como escritor”.

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